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¿DETENER LO INEVITABLE?

  • Foto del escritor: YURI
    YURI
  • 17 jul 2020
  • 2 Min. de lectura

Nicolás Rodríguez Esquivel

La xenofobia ha existido desde que las naciones se definieron y se separaron las unas de las otras, cada una adoptando una evolución cultural divergente y propia. Por muchos milenios, la xenofobia nacía de la ignorancia, pues era un miedo y desprecio hacia el u lo desconocido, lo diferente, lo extraño; no obstante, hoy en día esa justificación es inaceptable, pues ya no somos los ignorantes de antaño o, al menos, tenemos a nuestra deposición herramientas para dejar de serlo, como libros o el internet.

La xenofobia es alimentada por un nacionalismo enfermizo que llena de paranoia a aquellos residentes de una región en específico, pues temen que el migrante, el extranjero, desplace sus tradiciones y sus costumbres y las reemplace por las suyas; incluso hay xenófobos que van más lejos y temen por una contaminación racial y que su identidad genética “homogénea” termine diluida en la de otros grupos humanos.

Ahora bien, el problema no es el proteger ni perder la identidad cultural, sino el no permitir que esa congenie como otras ni se modifique lentamente; porque aquí hay que aclarar algo: la cultura y las tradiciones no son sólo algo ambiguo, si o también efímero y siempre cambiante; por ejemplo, un mexicano puede decir que protege su cultura y no permitirá que esta sea modificada; defenderá con espada y escudo el traje de charro, el mariachi, los tacos o a la Virgen de Guadalupe, intentando que todo esto se preserve intacto por mil años; pero, tristemente para él, su cultura no lleva existiendo ni más de trescientos años como máximo, aunado a que el sentimiento nacionalista mexicano no empezaría a tomar fuerza hasta bien entradas los años de la nación independiente; y es que por más mexicanas que sean las tradiciones, estas se crearon, en su mayor parte, por favores y/o productos traídos del extranjero, teniendo como ejemplos a países como china, Filipinas, Francia, Turquía, Inglaterra y, por obvias razones, España.

La cultura cambia y cambiará, así que todos aquellos xenófobos pueden intentarlo cuantas veces quieran, pero jamás lograrán evitar lo inevitable.

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