Milagros Hernández Molina
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Esto es un relato de mi vida profesional como inmigrante. El amor hizo que viniera a Suecia a principios del 2010. Tenía 37 años y toda una vida profesional hecha en mi país; era médico militar, vivía aún con mis padres, recién compraba mi apartamento y lo estaba remodelando, tenía mi carrito. Trabajaba en varios sitios. Me fui de Venezuela con muchas expectativas, dilemas y confusiones. Con la idea de regresar pues las condiciones políticas y económicas no estaban tan mal. Llegué a una ciudad de Suecia no tan grande, a lo que venía acostumbrada, y allí comenzó el gran choque. El gran choque de culturas. Migrar significa cambiar tu vida totalmente, en mi caso yo no comprendía esto y creía que todo sería igual a lo que yo venía haciendo en Venezuela. No fue así. Eso hizo que las cosas fueran más complicadas. Fue comenzar de nuevo, fue aprender a hablar, leer y escribir de nuevo, fue hacer la primaria y el bachillerato otra vez, hasta estudiar de nuevo para obtener la licencia de conducir, hacer un nuevo oficio o dedicarte a otro trabajo del cual no sabía casi nada. Estudiar nuevamente para homologar mi título de médico y después el de especialista. 10 años tomó esta aventura. Impulsada y apoyada en gran medida por mi pareja, pero también por la realidad de que nunca más podría volver a mi país bajo las actuales condiciones inhumanas.
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