SOY PRODUCTO DE LA MIGRACIÓN
- YURI
- 17 jul 2020
- 3 Min. de lectura
Málika Mmadu

Fotógrafa: Burcu Bilgin
Antigua Medina de Fez, Marruecos
¿Por qué hay personas que se enorgullecen de tener ascendencia española o presumen tener doble nacionalidad pero al mismo tiempo están en contra de la migración?
¿Entonces sólo es aceptada cuando proviene de algún país europeo?
Existe migración por diversas razones y en distintas cantidades. En México desde luego es común apreciar comunidades enteras de judíos que fueron afectados por la Segunda Guerra Mundial o de personas que por diversos conflictos económicos o políticos viven en México procedentes de Líbano, España, Francia, Argentina, Cuba, Colombia, entre muchos otros más.
Por lo que he decidido enfocar este artículo en la creación de empatía hacia toda aquella migración que se hace por necesidad, desesperación o verdadera supervivencia.
En 1994 mi papá llevaba ya 3 años como preso político en Nigeria por defender su ideología, al igual que muchas otras personas afectadas por la guerra civil que se suscitaba en esa región. Él fue uno de los afortunados que, con el apoyo de Amnistía Internacional, pudo ser liberado. En ese tiempo el presidente Clinton en Estados Unidos se rehusó a recibir migrantes africanos a diferencia de México, que tomó la decisión de brindar asilo a algunos de ellos. Mi padre fue uno de los refugiados africanos que después de ser perjudicados por las circunstancias que vivía la mayor parte del continente africano durante las últimas décadas del siglo pasado, pudieron beneficiarse de la bienvenida temporal que México les otorgó.
Si bien es cierto que la calidez en la hospitalidad mexicana suele ser muy notoria, llega a tener sus limitantes discriminatorias e injustas cuando se trata de a quién va dirigida esta aceptación.
Todos sabemos acerca de los momentos históricos en los que México recibió refugiados españoles afectados por la situación política de principios y mediados del siglo XX en España. Les abrió las puertas brindándoles excelentes oportunidades para empezar su vida de nuevo en México.
Esto no sucede cuando se trata de un migrante africano afectado por una situación similar. Ahora bien, no me refiero a que el gobierno esté obligado a contribuir de forma económica o brindando oportunidades laborales especiales para estos inmigrantes, pero hablaré de algo que me afectó toda la vida.
A mis padres se les prohibió casarse por el civil y el Instituto Nacional de Migración, nunca cedió el permiso para que lo hicieran. De hecho, una de las abogadas que atendió a mis papás en la Secretaría de Gobernación -en ese entonces dirigida por Emilio Chuayffet- expresó directamente hacia mi madre: “Pues se trata de mejorar la raza, no de empeorarla” y les negó el permiso.
Las leyes que rigen a nuestro país impiden que un mexicano contraiga matrimonio con un refugiado como él… lo que sea que esto signifique. -Los invito a conocer más sobre las normas legales aplicadas para los inmigrantes en México y sus variaciones según el país de procedencia para enterarse más sobre las políticas migratorias de nuestro territorio-. Sabemos entonces que los derechos y obligaciones que se esperan de un refugiado en México son distintas conforme a la nacionalidad de la persona, pero las razones detrás de esto siempre me han parecido sombreadas y algo desmotivadoras.
Insisto nuevamente en que es evidente que no es el caso para los inmigrantes de origen europeo, quienes tienen diferentes derechos y privilegios al pisar el territorio mexicano. Las leyes mexicanas migratorias pueden ser igual de segregadoras, xenófobas y arbitrarias que muchos otros sistemas de los que nos quejamos día a día y que criticamos de países extranjeros -como lo que percibimos de nuestros vecinos Norteamericanos cuando se trata de los migrantes mexicanos en ese territorio-.
Si bien es cierto que puede existir migración por gusto y por el deseo de experimentar una nueva vida en otro lugar, quisiera que la próxima vez que en tu entorno se hable de migración exista este ambiente de solidaridad y empatía para aquellos que lo hacen por sobrevivir.
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