Oscar Ibarra Espinoza
Nada como los momentos difíciles para poner de manifiesto las aptitudes y actitudes de un pueblo; justamente esta es la prueba que el momento actual nos ofrece.
Para nadie es ajena la situación que estamos padeciendo, a nivel mundial y nacional, con respecto a la pandemia provocada por la aparición del virus SARS-CoV-2, la cual, además de poner a prueba a nuestras instituciones nacionales, también vino a exponer lo que como sociedad somos, lo que pensamos y la forma en que actuamos; lo cual nos pone ante un reflejo poco halagador.
No voy a hablar de la situación sanitaria, política y económica del país, porque todos sabemos que, en cualquiera de esos puntos, la pandemia nos ha quedado grande; lo que quiero es invitar a la reflexión personal y al análisis como parte del entramado social del que formamos parte, partiendo de la siguiente pregunta ¿Por qué llevamos casi 5 meses de confinamiento sin ver una disminución decisiva en los contagios por Covid 19?
Constante es la crítica, de los medios y de la población, referente a la falta de pericia del gobierno para atender una enfermedad nueva, que echa luz sobre fallas estructurales que se arrastran desde hace décadas, en todos los ámbitos de la vida pública nacional; y si bien es cierto que se señala la falta de conciencia de la población, al salir negligentemente a la calle, sin cubrebocas y sin guardar la debida distancia, en no pocas ocasiones se les disculpa por las ineficientes acciones del sistema político y de salud.
Ya en el siglo XIX, uno de nuestros más odiados personajes, Antonio López de Santa Anna, nos dejó una reflexión que en pleno siglo XXI cobra fuerza y sentido, diciendo lo siguiente “¡Por Dios! cuando aprenderán los mexicanitos que, si este barco se hundió, no fue sólo por los errores del timonel, sino por la desidia y la torpeza de los remeros”, manifestando lo que en la actualidad se entiende, desde la perspectiva democrática, como responsabilidad compartida.
Desde nuestra perspectiva, las fallas de unos no minimizan la negligencia de otros, porque si nuestra aspiración es formar una sociedad democrática, sustentada en la participación ciudadana, no podemos conservar la posición que permite justificar mis incorrectas acciones, utilizando en descargo las faltas de los demás.
Manifestamos que este texto no pretende excusar las deficiencias del gobierno y menos aún minimizar el impacto social, económico y de salud pública que de tal incapacidad resulta; lo único que pretendemos es atraer la atención sobre algo que sí está en nuestras manos cambiar, y no es otra cosa que la actitud en lo referente a nuestro proceder, frente a la prueba que la sociedad mexicana enfrenta, como resultado de una pandemia, que no buscamos, pero que ya está aquí y que llegó para quedarse.
No permitamos que una crisis de salud, que se traduce en problemáticas de índole social, económica y de seguridad; también se vuelva en una crisis de humanidad y de ciudadanía, que nos reste autoridad para exigir, a nuestros representantes, las acciones adecuadas para superarla; únicamente porque no fuimos capaces de reaccionar a lo mínimo que nos tocaba hacer.
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