María José Puig Guzmán
![](https://static.wixstatic.com/media/9953a2_03e663b7f33b419bb0c43db1b9d722b5~mv2.jpg/v1/fill/w_795,h_337,al_c,q_80,enc_auto/9953a2_03e663b7f33b419bb0c43db1b9d722b5~mv2.jpg)
Este artículo tiene como objetivo explicar qué es el duelo y cuáles son sus fases, así como cuál es la importancia de llevarlo a cabo cuando tenemos una pérdida importante. Hablar sobre duelo nos remite de forma automática a la muerte, aunque ésta no es el único detonante que puede ocasionar que una persona tenga que someterse a un duelo.
Para poder explicar de mejor manera el concepto de duelo, es importante definir qué es la vida y cuáles pueden ser las pérdidas que la acompañan. El concepto de vida es altamente complejo de definir, tanto que incontables filósofos y pensadores han pasado su vida pensando cómo hacerlo. Sin embargo, en este texto dicho debate está fuera de lugar, por lo que nos remitiremos a retomar la definición de Falcón, Soto y Volcanes (2009) que hablan de la vida como un conjunto de situaciones desafíos, alegrías y pérdidas. La definen como un proceso dinámico que requiere adaptación y ajuste continuos para poder mantenerse. Otra definición de la vida que gusta es la expuesta por Campillo (2011), que dice que la vida es aquello que sucede entre dos nadas, cuando nacemos venimos de la nada y nos dirigimos a otra nada: la muerte.
Como resumen de ambas definiciones se podría decir que la vida no es vida sin muerte y que la vida está en constante movimiento, está marcada por pérdidas que nos llevan a hacer ajustes y adaptaciones de forma continua. Es justamente ante cualquier tipo de pérdidas, cuando se requieren cambios y ajustes importantes y ante la muerte misma que el ser humano se ve obligado a someterse a un proceso llamado duelo. Ejemplos de pérdidas además de la muerte puede ser el cambio de vivienda, la pérdida de algún trabajo o proyecto profesional, la pérdida de una relación de pareja importante, el nido vació cuando los hijos se van de casa, la pérdida de la salud, entre otros.
El duelo es una reacción adaptativa, natural, normal y esperable ante una pérdida. Aunque el duelo no es una enfermedad, sí se considera un acontecimiento vital estresante que, tarde o temprano, todos los seres humanos tenemos que afrontar (Candel, 2011).
El duelo es un proceso que se da de manera distinta en cada persona, pues depende de distintos factores, tales como del tipo de pérdida que se tuvo, así como de la sociedad, la cultura, la familia y las costumbres sociales o religiosas a las que pertenece el individuo “doliente”; de igual forma, los antecedentes y la situación actual de la persona también influyen en cómo se desarrolla dicho proceso (Candel, 2011).
Sigmund Freud en Duelo y Melancolía (1915) explica que el duelo se presenta desde los comienzos de la estructuración psíquica, en la cual se da una pérdida fundamental: la del objeto mítico de satisfacción. Es decir, al inicio de su vida el niño requiere de una relación con un objeto que le brinde amor, abrigo y alimento, este papel es normalmente llevado a cabo por la madre o por el cuidador primario; sin embargo, la madre o el cuidador no pueden proveer para siempre una total satisfacción en el niño. Esto implica en el infante una renuncia de aquello que se tomó como propio, ante la pérdida de un objeto amado o un ideal, por lo que tiene que realizar un duelo.
Freud (1912) explica que las personas suelen investir de libido a sus objetos amados, por lo que cuando se tiene la pérdida, esta libido se libera y se refugia en el yo de la persona doliente. Al retirar la libido del mundo exterior, éste comienza a parecer vacío y pobre, por lo que al doliente no le interesa nada más que lo relacionado con lo perdido. El proceso de duelo se vuelve necesario para que el doliente vuelva a acomodar esa libido en el mundo externo y así vuelva a parecerle atractivo.
Ahora es relevante que se hable sobre las fases que se viven en el proceso de duelo. Es importante mencionar que estas fases no se dan de forma lineal y que se puede pasar por alguna o incluso por todas más de una vez (Álvarez, Aparicio, López, y Ortego, 2007).
Las fases del duelo según Álvarez et al. (2007) son:
● Negación: Se caracteriza por aturdimiento, incredulidad, shock y gran impacto emocional. La persona pone en duda o se niega a aceptar que ha ocurrido la pérdida.
● Enojo: Se caracteriza por enfado e ira hacia uno mismo por no poder evitar la pérdida o hacia quienes la persona considera culpables por la pérdida.
● Negociación: Se intenta negociar la pérdida con el entorno o incluso con la religión.
● Dolor emocional: Se caracteriza por tristeza, desesperanza, depresión y mucha desorganización.
● Aceptación: Se asume y se acepta la pérdida, aunque ésta jamás se olvida. La persona se reorganiza y puede continuar con su vida normal.
Para poder elaborar un proceso de duelo con éxito resulta esencial afrontar la pérdida sin negarla, inhibirla o posponerla y atravesar por las fases sin evitarlas hasta llegar a la aceptación. Para resolver el duelo de manera apropiada es importante dejarse sentir todos los sentimientos que conlleva el proceso, aunque éstos resulten dolorosos o negativos, así como respetar y reconocer los estados emocionales por los que uno atraviesa, dejarse apoyar por nuestra familia y amigos, hablar de la pérdida y participar en rituales religiosos o de otra índole que ayuden a dejar ir la pérdida. Mientras estamos en trabajo de duelo se debe evitar ocultar los sentimientos, sentirnos víctimas de la situación, aislarnos excesivamente, desviar la conversación cuando el tema aparece y perpetuar la pérdida como si todavía se tuviera aquello que falta (Álvarez et al., 2007).
Al ser el duelo un proceso altamente subjetivo su duración es variable. Sin embargo, se sabe que los sentimientos más agudos duran entre 6 meses y 2 años. No se considera anormal tener un proceso de duelo más largo, siempre y cuando, la intensidad de este no interfiera con la vida de la persona (Álvarez et al., 2007).
Si el duelo persiste durante mucho tiempo o si éste evita que la persona realice su vida normal o que se integre a sus actividades cotidianas, es importante que se busque ayuda profesional, ya que podría tratarse de un duelo patológico (Álvarez et al., 2007).
Según Álvarez et al. (2007) un duelo se considera patológico si después de un tiempo más prolongado del normal la persona sigue presentando alguna de las siguientes conductas:
-La persona no se aflige por la pérdida o parece no tener sentimientos con respecto a ésta. Se presentan síntomas físicos, producto de la represión de sentimientos.
-El sujeto es incapaz de reorganizar su vida.
-El individuo es incapaz de entablar otras relaciones.
-El sujeto manifiesta comportamientos, síntomas o actitudes iguales a las del difunto, como si así pretendiera mantenerlo “vivo”.
-No reconocimiento de que la pérdida ha ocurrido o sentimientos persistentes de que el difunto se halla presente.
-Conductas de riesgo sostenidas en el tiempo.
Bibliografía
Álvarez, M., Aparicio, M., López, S., Ortego, M. (2007). “El duelo” en Ciencias Psicosociales II. 1-14.
Campillo, M. (2011). Relojes Rotos. Estados Unidos: Lulú. 23.
Candel, R. (2011) “Duelo” en Área Clínica del Psicólogo. Recuperado el 11 de noviembre de 2015 de http://atencion-psicologo.es.tl/DUELO.htm.
Freud, Sigmund (1915). “Duelo y melancolía” en Obras completas. Vol. XIV. Buenos Aires: Amorrortu, 1989.
Falcón, Soto, Volcanes (2009). La muerte y el duelo en Enfermería Global. 15. 1-9.
Mtra. María José Puig Guzmán
Psicoterapia sistémica
55-16-32-18-29
Comments