Mariana Preciado Rodríguez
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@psic._mariana_preciado
Las experiencias que vivimos durante los primeros años de vida son de suma importancia para definir cómo nuestra mente se irá desarrollando y el tipo de comportamiento que tendremos. Cada ser humano tiene un ritmo y estilo de crecimiento diferente: debemos tomar en cuenta el ambiente donde se desarrolla, sus habilidades motrices (gruesas y finas), su conducta adaptativa (capacidad para iniciar nuevas experiencias), el desarrollo del lenguaje (verbalización de ideas y pensamiento), la conducta personal-social (reacciones ante diferentes situaciones), siendo estas características las que forman sus habilidades y personalidad.
La forma de ser de cada uno de nosotros se empieza a crear desde que nacemos hasta los 6-7 años aproximadamente, durante este periodo de tiempo podemos ver la personalidad del niño, y es por eso que las intervenciones a temprana edad serán favorecedoras para un crecimiento sano.
La estimulación temprana es un actividad de gran importancia en el crecimiento de los niños, mediante la cual se esta favoreciendo el desarrollo de sus capacidades motrices, sensoriales y mentales, generando un mayor control sobre el mundo a su alrededor y logrando que sientan satisfacción al darse cuenta que pueden hacer cosas por si mismos, teniendo un impacto positivo en su autoestima y la percepción mental sobre si mismos. Al ampliar la habilidad mental se obtienen beneficios como el facilitar el aprendizaje, motivar a la exploración, curiosidad, imaginación y mejorar destrezas.
Para realmente lograr el efecto buscado con la estimulación temprana el trabajo debe ser diario, entre 30-60 minutos, teniendo una constancia con su rutina y no presionar o acelerar ningún proceso del desarrollo, es decir, dejar que el niño vaya avanzando a su ritmo.
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