Nicolás Rodríguez Esquivel
Un artículo de un periódico neozelandés de agosto de 1912 tenía como encabezado el siguiente texto: “consumo de carbón está afectando el clima”. Seguramente para muchos lectores de aquel tiempo, el artículo hubiera parecido descabellado y probablemente hubieran manifestado poca o nula preocupación a la información que transmitía el texto.
El tiempo pasó y la sociedad humana permanecía absorta en sus conflictos más banales; y aun así había progreso, pues la edad contemporánea había llegado y el petróleo empezó a tomar importancia en las economías mundiales, pues con él, se producían desde combustibles, hasta artículos y materiales de plástico. Pero sus uso se volvió desmedido y, más temprano que tarde, se empiezan a manifestar las consecuencias de esos excesos en el medio ambiente; y es cuando, en 1977, científicos a las órdenes de la petrolera Exxon entregaron a sus jefes un minucioso reporte en el que se evidenciaba el impacto del petróleo en los climas del planeta; no obstante, los ejecutivos y burócratas de alto rango de la compañía estadounidense no solo silenciaron a sus investigadores, sino que lazaron, junto con otras grandes petroleras, una silenciosa campaña de desinformación al mundo, todo para poder mantener su negocio a flote; no solo eso, también invirtieron millones de dólares financiando lobbies negacionistas del cambio climático en lugar de, por ejemplo, nuevas y mejores tecnologías para reducir el impacto del carbono o capturar el mismo una vez que estuviera en la atmósfera.
Las petroleras nos han mentido, nos envenenan y detienen un posible progreso verde… y todo para llenar los bolsillos de unos cuantos; piensa eso la próxima vez que vayas a llenar el tanque de tu coche.
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