Nicolás Rodríguez Esquivel
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Cuando se discute sobre la Tecnología, se pueden formar debates muy acalorados y polarizados; algunos arguyen, con tintes positivistas, que esta (la Tecnología) es igual a progreso y evolución, y que, sin ella y su maximización, el ser humano estaría condenado a la miseria y el desorden; por otro lado están los primitivistas, que se escudan en la idea de que las tecnologías, mientras más avanzadas se vuelven, corrompen al humano, conduciéndolo a la decadencia y a la destrucción de su mundo. Ambos puntos de vista son bastante sesgados; sin embargo, también algunos de sus planteamientos son válidos.
Primero que nada, se debe aclarar que la tecnología no son únicamente electrodomésticos o aparatos digitales, sino cualquier objeto que nos pueda brindar ayuda en nuestro día a día. Las primeras tecnologías eran huesos cortados y piedras talladas con fines culinarios o de cacería; de ahí en adelante, creamos, forjamos, tejimos, cocimos, moldeamos y producimos un sinfín de materiales útiles y herramientas. Sin duda la Tecnología es un pilar clave en el desarrollo humano, no solo el actual, sino, holísticamente hablando, el de toda especie y su historia; es entonces absurdo aseverar que esta es la causa de la miseria y decadencia humana; no obstante, esta es fácilmente manipulable y sus fines pueden ser siempre distorsionados, llevando así a la creación de tecnologías militares o contaminantes.
Se debe buscar, como siempre, un equilibrio en este asunto: no debemos despreciar a la Tecnología, pues es una vía fácil y a la vez segura en el desarrollo de la especie humana; aún así, debemos de manejarla con cautela, alejarla de todas aquellas ideas consumistas o compulsivas dañinas para la sociedad y el medio ambiente.
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