Alejandro Reveles
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“Una odisea en el espacio” posiblemente sea mi película favorita de ciencia ficción, sí, esa que nos proyectaba en el año 2001 haciendo viajes interespaciales, en naves que podían ser manejadas y controladas por computadoras. Y aunque todavía no hemos llegado a esto, desde el cambio al tercer milenio, la tecnología ha avanzado a pasos agigantados.
Es tan así, que hoy en día hasta podemos utilizar asistentes de voz para controlar ciertas acciones en nuestra casa, como tener un HAL 9000, de la emblemática película de Stanley Kubrick, ayudándonos a hacer más fácil nuestro día a día.
Aquí es cuando te podrías comenzar a preguntar, ¿Por qué si todo parece tan perfecto, el título de arriba se lee tan dramático? Y es que así como la tecnología puede ser de gran ayuda, también puede no serlo. Como en todo, siempre existirá esa delgada línea que nos marque el límite.
Es por esto que debemos hacer un uso responsable y adecuado de las bondades que nos brinda la tecnología. Un caso del cual me gustaría hablar es del celular, ese dispositivo que comenzó con el tamaño de “un ladrillo” y tenias que desplegar una antena para poder realizar una llamada y que ahora, después de muchos años de evolución, pueden llegar a pesar menos de 150 gramos.
Según un estudio realizado por ENDUTIH, en 2019 había 80.6 millones de mexicanos usuarios de internet, de los cuales 86.5 millones tenían un dispositivo celular y de estos, 9 de cada 10 contaban con un smartphone. Con el paso de los años el número de usuarios no solo va en aumento, según un estudio que forma parte del Proyecto internacional WISE, durante la contingencia que enfrentamos actualmente el número de horas de uso ha aumentado en un 48.4% porcentaje.
Este dispositivo que con el paso de los años nos ha permitido romper barreras y mantenernos en contacto aunque estemos de extremo a extremo del planeta, cada vez nos desconecta más de nuestra realidad. Hemos dejado de charlar en una cena familiar o en una reunión con amigos, nos hemos vuelto rostros iluminados frente a un objeto.
Sin duda, durante la pandemia causada por el Covid-19, estas herramientas nos han permitido seguir en contacto con nuestros familiares y conocidos y en muchos de los casos continuar trabajando sin la necesidad de desplazarnos a una oficina. Por eso, en estos tiempos difíciles, deberíamos aprovechar para reflexionar sobre nuestras conductas y el uso que le damos a la tecnología.
Aprovechemos de ella para continuar aprendiendo, desarrollándose profesionalmente, echándonos una mano en nuestro día a día, pero nunca permitamos que se convierta en una barrera en vivir y disfrutar a nuestros cercanos, algo que nos fue arrebatado en los últimos meses.
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