¿QUÉ RAYOS HAGO AQUÍ?
- YURI
- 11 dic 2020
- 4 Min. de lectura
Zeus Valtierra

El espacio es más que esa barra que se encuentra en la parte inferior central de nuestro teclado y que nos permite desarrollar ideas coherentes para poder comunicarnos de forma asertiva en esta era moderna.
Al contrario de esa sensatez, propia de la comunicación humana, el espacio nos presenta cosas sin sentido, misterios que después de quinientos años aún no logramos descifrar. Pero al mismo tiempo nos permite soñar, elevarnos a lo más recóndito de la conciencia humana e imaginar que hay allá afuera y pensar cómo sería el encuentro con lo que sea que encontremos.
Desgraciadamente, la imaginación no es suficiente para poder alcanzar una estrella, hace falta algo más, algo a lo que desafortunadamente muy pocos humanos tenemos acceso, el conocimiento, algo triste si pensamos que hoy lo podemos encontrar simplemente con mover un dedo. Carl Sagan, uno de mis héroes personales, decía que vivimos en una sociedad exquisitamente dependiente de la ciencia y la tecnología, en la cual prácticamente nadie sabe nada acerca de la ciencia o la tecnología, frase tan relevante en estos días en que hacemos uso de la tecnología a más no poder, sin saber siquiera cómo es que nuestros dedos pueden hacer lo que hacen al oprimir una pantalla. O peor aún, tergiversar algo de forma que sea irreconocible a su creador, la naturaleza.
Afortunadamente no todo está perdido, cada cierto tiempo aparecen chispas en la oscuridad que nos llevan a restaurar la fe en la humanidad. Y no me refiero a grandes genios de la ciencia, sino a equipos multidisciplinarios e internacionales que, allende las fronteras, trabajan sin descanso para que podamos tener esa luz, tan necesaria en estos tiempos, para poder seguir transitando en nuestro pequeño resquicio de espacio y tiempo que la eternidad nos tiene reservado.
Me refiero a que es casi imposible que nadie se quede boquiabierto después de ver “La Fotografía” (así, con mayúsculas) de un agujero negro, después de que esas maestras miopes nos dijeran que un agujero negro no se puede ver con los ojos… Cabe aclarar que en realidad tenían razón, físicamente es imposible ver un agujero negro y no, eso nunca va a cambiar, es una de esas cosas que ya están establecidas para la física que rige nuestro Universo, pero… ¡Carajo! ¿Quién me va a negar que el tan sólo ver lo que está alrededor de ese monstruo, no nos hace soñar con viajar más allá de donde nadie se ha aventurado jamás?

Crédito: Event Horizon Telescope Collaboration
Justo eso es lo que nos ha caracterizado como humanos, el explorar, el tratar de llegar a donde nadie lo ha hecho, conocer otros lugares, otras culturas, no sólo llegar al cielo, sino tocar el infinito, felicidad la que tendría Ícaro si viera lo que hemos alcanzado. Pero esto no es una simple banalidad que haga que unos cuantos alcancen una riqueza inimaginable para los demás mortales cohabitantes de este pequeño pálido punto azul, no, no es así.
La exploración espacial, es la próxima frontera en la esperanza humana, porque si acaso no nos acabamos los recursos de este pequeño planeta en unos cuantos años, en unos miles de millones más, nuestra única fuente fiable de energía, el Sol, va a explotar y con él nos vamos a ir nosotros, o lo que sea que quede en este yermo de vicio y perdición.
Es por esto que dicen, los que saben, que debemos alzar la mirada y ver el futuro de nuestra descendencia en las estrellas, dice un pasaje de la biblia que mi padre repetía mucho: “polvo somos y en polvo nos convertiremos”, me gusta pensar que se refería a que somos polvo de estrellas y a ellas debemos regresar, algún día.
Quiero aclarar que no pretendo que nadie cambie su parecer de lo que sea que piensen que significa la vida, el universo y todo lo demás, para eso hay muchos canales de divulgación, pero me gustaría que al final de leer este texto, volvamos a adquirir esa capacidad de asombro de un infante cuando uno hace el truco de magia más escueto que conozca; que volvamos a alzar la mirada al cielo nocturno y observemos con atención esos puntitos que están allá arriba y nos preguntemos qué son, de qué están hechos, pero más importante, qué podemos hacer para alcanzarlos en un futuro no tan distante, algo prometedor si me lo permiten decir.
Hoy en México se acaba de aprobar una ley que está destinada a proteger la oscuridad del cielo, ese cielo que hizo de nuestros antepasados, los mayas, los más grandes matemáticos que existieron en el pasado. Con orgullo podemos presumir que México es el único país en el mundo que cuenta con una ley federal de ese calibre… Me gustaría poder decir lo mismo de la Agencia Espacial con la que contamos, pequeño lastre burocrático que está contento con las migajas que recibe de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes cuando debería ser el principal centro de investigación en astronomía y astronáutica en el País de las transformaciones… Ese país del que, a pesar de todo, me enorgullezco de defender y trabajar por él.

Crédito: NASA, ESA, S. Beckwith (STScl) and the HUDF Team.
Y aunque todo suene a pesimismo y decepción de a lo que nuestra condición humana nos ha conducido, no lo es, estamos en la época más maravillosa para vivir, hoy nos podemos comunicar con cualquier persona en cualquier parte del mundo en cualquier momento y de forma casi instantánea, podemos tener todo el conocimiento de la humanidad en la palma de nuestra mano, podemos llegar a la Luna, a Marte, vaya, hemos salido del Sistema Solar; hemos encontrado la cura a varias enfermedades mortales (y las que nos faltan), ahora podemos ver más lejos de lo que cualquier filósofo griego lo imaginó y... hemos avanzado lo suficiente como para entender un poquito más a la naturaleza, tal vez lo importante, y que debemos tener en mente, es que la pretendemos entender, no para abusar de ella, sino para poder reclamar la oportunidad que se nos ha dado de tener conciencia de nuestra existencia en este gigantesco y hermoso lugar llamado Universo.
M. en C. Zeus Valtierra
CEO Astrofísicos en Acción
@cdrzeus
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