Nicolás Rodríguez Esquivel
El colonizar otros planetas ha sido uno de los principales sueños de la humanidad desde que esta tiene constancia de su existencia. Hemos deseado fundar pueblos, ciudades y hasta países completamente nuevos en cuerpos celestes diferentes; incluso en la cultura popular, los viajes espaciales ya forman un componente importante de ella, con películas, libros, cómics y series que narran intrépidas aventuras a través de la galaxia. Pero en fechas recientes, aquel sueño caprichoso se ha transformado en la mente de muchos en un plan desesperado por escapar de un planeta que va camino al desequilibrio ambiental y a la destrucción total.
Por años, tanto sectores privados como públicos han invertido ingentes cantidades de dinero para el desarrollo de tecnologías capaces de mantenernos vivos y prosperar en suelo alienígena. Pero, si bien se han logrado muchísimos avances, aún estamos lejos de conseguir la meta deseada; y, sin embargo, las prestaciones e inversiones de millones de dólares siguen y siguen fluyendo. Es aquí donde surge una gran interrogante: ¿por qué gastar tanto dinero en proyectos ajenos a nuestro planeta cuando podemos invertir muchísimo más para salvarlo, regenerarlo y sacarle el mejor provecho a la vez?
Muchas veces se separan los conceptos de: o salvar al planeta, o viajar por el espacio; como si ambas fueran incompatibles entre sí. Pero esto no es más que una simple mentira. En los últimos años, ha tomado fuerza la idea de colonizar otros planetas y satélites para preservar la tierra; ¿en qué consiste esto?, por ejemplo, en terraformar la luna o marte, no para llevar a millones de personas a vivir allá, sino para producir todo el alimento necesario para sustentar a la población mundial ,entre granjas y campos de cultivos; otras ideas son el de trasplantar todas las industrias altamente contaminantes, convertirlos en basureros masivos o explotar los minerales que yacen bajo sus capas terrestres. Todo lo anteriormente mencionado beneficiaría a nuestro mundo enormemente y ayudaría restablecer un equilibrio ecológico en ella.
La propuesta mencionada podría parecer descabellada; tanto como colonizar el mismo espacio; sin embargo, es viable. Quizás ya no sea un pensamiento egoísta el mirar a las estrellas en busca de conquistarlas; quizás ya todos debamos hacerlo si queremos salvar a esta casa nuestra que llamamos Tierra.
コメント