LA VIOLENCIA, UNA MANIFESTACIÓN RELACIONAL
- YURI
- 4 sept 2020
- 3 Min. de lectura
Remedios Vázquez Velázquez

“Según las teóricas mujeres que hoy marcan el ritmo del discurso sobre los géneros, tanto el sexo como el género están enteramente determinados por la cultura, carecen de toda naturaleza y son, por lo tanto, alterables, transitorios y susceptibles de ser subvertidos”
Judith Butler
Hablar de la violencia desde el modelo relacional, permite colocarnos en la posibilidad de ver más allá de una postura lineal de “a” entonces “b”, el modelo relacional permite entender que tanto la violencia como las relaciones no violentas se encuentran enraizadas en lo más profundo de los vínculos sociales, a nivel familiar, comunitario, social y estructural.
Identificar que muchas de las relaciones sean complementarias, entendiéndose aquellas en las que uno de los integrantes de la pareja (no importando el tipo de pareja, homosexual, heterosexual o cualquier otra) tome desde la posición de privilegio, la oportunidad de menospreciar al otro, mediante trato consciente tendente al maltrato, a la descalificación, anulación, cosificación, etc., propician un campo fértil para que la violencia comience a manifestarse y ganar terreno, el gran riesgo es que esta puede ir en avanzada, hasta llevar a graves e irreversibles consecuencias a los integrantes de la sociedad en donde se viva, a las estructuras familiares, en lo más profundo del ser que la recibe y del que la genera.
Sin dejar de compartir la capital importancia que es trabajar en investigación en la materia, lo que en realidad deseo es, lejos de hacer énfasis en las formas violentas de relacionarse, me permitiré engrosar el discurso de relaciones libres de violencia, en donde exista cabida a seres, que al vincularse puedan potenciar su ser con y en el otro, en dónde para ser, no precisen anularse frente al otro, en dónde una diferencia de postura o pensamiento no sea mayor ni más importante que el respeto que les ha llevado a decidir compartirse.
Aquellos que están compartiendo una relación en donde advierten violencia, en cualquiera de sus tipos y en cualquiera de los sentidos, será pertinente que busquen ayuda profesional, que puedan asirse a su red social de apoyo, valdrá la pena que cada tanto, evalúen su propio concepto de amor, que evalúen cómo se sienten con la relación y en la relación, que identifiquen que se vale cambiar de opinión si en ese cambio les va el bienestar, reconocer que quienes elegimos ayer podemos ya no ser más. Cuando hablo de buscar ayuda frente al ejercicio o recepción de la violencia, o ambos nos coloca en la posibilidad de deconstruir su ejercicio, tan instaurado y naturalizado en las relaciones, en veladas realidades, tan sutiles que son apenas imperceptibles, pero que de igual manera, pueden dañar, a la persona, al vínculo y a toda una sociedad.
Hablar de la psicoeducación en relaciones libres de violencia, nos permite pensar en comunidades más asertivas, en donde se puede revisar la manera de manifestar el enojo, de gestionar la ira, de saber que enojarse es válido, estar en desacuerdo es casi natural, porque cada quien mira al mundo desde su ser quien es, sin embargo se trata de apelar a que la persona: identifique aquello que le sucedió, lo que siente respecto a lo que le sucedió, advertir lo que necesita y establecer una estrategia de acción.
Los caminos para tejer este camino, son diversos, habrá quienes elijan la psicoterapia (con toda la gama de escuelas y corrientes existentes), otros hallaran en el camino del arte, deporte, cultura, espiritualidad, ese sitio, pero no podemos dejar de ver que otros sin embargo elegirán conscientemente o no, un camino de prácticas de riesgo, en donde este en juego su integridad, dignidad humana y en algunos caso la propia vida.
Acá quiero rescatar que en ambos casos, hacer o no hacer frente a la violencia tendrá consecuencias y habrá de manifestarse en las esferas: cognitiva, emocionales y pragmáticas.
Asumo también que la responsabilidad de deconstrucción, nos engloba a todos, a: quienes lo viven, terapeutas, orientadores, generadores de políticas sociales, defensores de Derechos Humanos, docentes, madres y padres de familia, académicos, investigadores, poetas, artistas, guionistas, escritores, directores de cine, de televisión, jefes de información de estaciones de radio, redacciones de la prensa, publicistas, estudiantes, en fin en donde sea que se teja una relación humana, habrá que estar atentos, para crear, nutrir, favorecer, promover, educar la construcción de vínculos nutricios, potenciadores de espacios libres de violencia, en donde sea el respeto a la dignidad humana la que prevalezca entre las personas.
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