Ricardo Munlloch Hidalgo
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Desde que los hombres pisaron la tierra, diversas migraciones han tomado lugar en todo nuestro planeta, sólo basta con echar un vistazo a las personas que nos rodean para podernos dar cuenta que estamos rodeados de una diversidad racial increíble que solo se ha podido dar por siglos y siglos de continua migración, y no solo eso, sino también la continua mezcla entre todas estas razas.
Los invito a aventurarse un segundo conmigo en una de las migraciones que cambiaron el mundo, y que tal vez es la más famosa de todas; estoy hablando de la migración del estrecho de Bering. Piensen que desde ese momento nuestra especie fue sellada por un eterno viaje por el mundo que nunca terminará, ese gran viaje salvó a nuestra especie y nos permitió volvernos ciudadanos de nuestro mundo.
Desde aquel momento en donde nuestros antepasados decidieron cruzar ese estrecho no ha habido un momento de la historia en donde el hombre no haya intentado descubrir aún más su mundo. Sin embargo, en la actualidad hay un gran problema que nos está impidiendo seguir con nuestro tan importante viaje, este problema se debe a una sencilla razón, hemos olvidado que todos somos productos de este viaje y nos hemos estancado, si lo pensamos en la actualidad todo es conservar territorio, llegando al punto de pensar que alguien tiene menos derecho de estar en un lugar por su raza o por que viene de otra parte del mundo, siendo este una gran fuente del racismo.
Pero no hay ninguna lógica en que las personas que un día se vieron migrando a un nuevo territorio ahora son las que niegan el acceso a lo que creen que por derecho suyo, cuando la realidad es que un territorio no es de nadie todos habitamos este gran planeta y todos tenemos el derecho a caminar por él libremente, eso es lo que realmente por derecho nos pertenece.
El propósito de este escrito es simple, solo busca recordar que todos somos parte de un mismo mundo y de un mismo viaje, tal vez si recordamos que somos una misma especie con un mismo propósito dejemos de juzgar a las personas por su raza o por donde vienen, tal vez de esta manera podremos por fin reconocer que somos los mismos y que, aunque nuestro viaje haya sido distinto todos somos ciudadanos del mundo.
Finalmente los invito a hacer de este planeta un lugar en donde podamos sentirnos seguros de habitar, un lugar en donde nuestro viaje no se vea impedido por algo tan banal y tan superficial como una raza, y en cambio aprendamos de cada persona y de sus orígenes.
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