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EL LADO POSITIVO

Foto del escritor: YURIYURI

Elisa Castro Noriega

Quiero contarles una historia. Es la experiencia de unos amigos muy cercanos, y es sobre una oportunidad que mis amigos decidieron aprovechar, dentro de todo lo malo que estamos enfrentando actualmente. Los amigos de los que les platico tienen hijos pequeños, y en abril empezaron a trabajar desde su casa, cosa que nunca habían hecho. Llevaban muchos años de vida profesional, siempre con horarios extenuantes. Como ante cualquier cambio, tuvieron que adaptarse y al principio no disfrutaban mucho la rutina, pero a medida que fue pasando el tiempo, lograron acomodar su horario de manera que empezaron a disfrutar mucho tiempo de calidad con sus hijos y entre ellos. Han tenido una rara oportunidad para la gente que trabaja en la Ciudad de México, pues generalmente el tiempo para convivir y disfrutar es muy poco. Puedo decir que he visto una transformación en mis amigos en cuanto a lo que valoran y a lo que los hace felices. Para mí escuchar cómo han cambiado es una lección muy valiosa, y pienso que hay muchas otras que, si nos damos la oportunidad, podemos aprender.

Hay otro tema del que quiero hablarles, y es algo que llevo observando desde que empezó la pandemia. Soy mexicana, y vivo en la Columbia Británica, en Canadá. La mayoría de mi familia y amigos viven en México, y constantemente platicamos sobre la evolución de la pandemia en ambos lugares.

Lo primero que quiero decir es que las condiciones sociales, económicas y demográficas son muy diferentes entre uno y otro lugar, por lo que no es posible seguir las mismas recomendaciones para la contención de la pandemia, pero sí hay cosas que podemos hacer en cualquier lado y que ayudan mucho.

En la ciudad donde vivo, la mayoría de la gente actúa procurando el bienestar de los demás. Por ejemplo, en los lugares cerrados como tiendas y oficinas, casi todas las personas traen cubrebocas. Nadie se acerca a otras personas si no es necesario.

Si vas caminando en una banqueta y viene alguien de frente, ambas personas hacen un esfuerzo por hacerse hacia lados opuestos, de manera que, al cruzarse, estén lo más lejos posible.

Todo es más lento. Hay fila para entrar a cualquier lugar, pero la gente es paciente y sabe que las personas encargadas de atender están haciendo lo mejor que pueden, y así es, la gente hace su mejor esfuerzo por brindarles a otros la mejor experiencia posible.

Todo esto que describo son acciones fáciles de realizar, y dependen de uno mismo. Si actuamos con la mejor intención, siguiendo las recomendaciones para evitar el contagio, vamos a estar mejor nosotros y los demás. Es una cuestión de bienestar común: yo hago lo mejor que puedo por el bienestar común, y si después todos estamos mejor, yo también estoy mejor.

En fin, son tiempos difíciles y la pandemia ha traído muchas cosas negativas, pero si concentramos nuestra energía en lo bueno que tenemos y en actuar por el bien de todos, nuestra experiencia será muy distinta: pequeñas acciones harán grandes cambios.

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