Nicolás Rodríguez Esquivel
Durante la mayor parte de nuestra vida (si no es que siempre), se nos ha enseñado que las tradiciones son aquellas costumbres o celebraciones del pasado que repetimos año tras año, mes a mes, semana tras semana o incluso día tras día. Se nos dice que son inamovibles y que solo representan un tiempo pretérito, el cual honramos siempre que la llevamos a cabo (la tradición); sin embargo, todo esto es, en cierta medida, falso.
Empecemos por definir que es la tradición; en un principio, sí se podría decir que son ciertos festejos o hábitos de antaño que se adhirieron a la sociedad en la que uno vive y que ya son parte de su identidad cultural; no obstante, estas evolucionan como la cultura misma. Uno no puede esperar que las tradiciones se mantengan estáticas e intocable durante todas las edades; eso es simplemente ilógico. Estas evolucionan, se transforman poco a poco y añaden rasgos foráneos y alienados a su composición; eso es la cultura humana.
Debemos buscar una transición de tradiciones sana y amigable. Está bien querer las tradiciones, pues, como dije antes, son parte de nuestra identidad y es lo que nos une con el pasado; pero también es una puerta hacia el futuro.
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