Santiago Ibarra Díaz
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Toda mi vida me he sentido diferente a los demás, único. Cuando era pequeño tenía muchos comportamientos que no eran de “hombre” de acuerdo con la sociedad. Lo que como consecuencia hizo que muchos me dijeran que parecía niña, que no hiciera ciertos movimientos o que no vistiera como yo quería. Recuerdo dos frases en particular “No te ves bien”, “Vas a sufrir mucho”. Todo esto cuando yo estaba en una etapa crucial del desarrollo de mi personalidad, lo que me provocó inseguridades que solo se hacían más grandes conforme iba creciendo. Pasé de no tener ningún prejuicio y alguien muy extrovertido a alguien que callaba lo más que podía por miedo a ser cuestionado, juzgado por ser quien es.
Me perdí a mi mismo por complacer a la gente de mi alrededor, me deje llevar por los comportamientos heteronormativos y todas las “reglas sociales respecto al genero” de las que nadie quiere hablar. Pasé tanto tiempo sin decir, hacer y vestir lo que quería que ya no sabía quien era, lo único que conocía era esa máscara que me ponía con los demás.
Alrededor de los 16 años pasé por una crisis emocional durante un par de meses y llegó el día en que la ansiedad que estaba sufriendo por reprimirme de tal forma me forzó a explotar y decirles a las personas que más quiero en este mundo como me sentía. Yo en ese momento buscaba aprobación, sentía que le debía una explicación al mundo de porqué me gustan los hombres y porqué soy distinto a la mayoría.
Pero después de tal suceso decidí que quería descubrirme, reflexionar a cerca de mi pasado, perdonar las burlas y críticas, pero sobre todo aprender.
Me di cuenta de que no tenía que explicarle a absolutamente todas las personas a mi alrededor qué me gustaba y qué no, y eso no significaba que no estuviera orgulloso de quien era.
De pronto pensé que la palabra que todos y yo mismo usábamos para definirme era “gay”. Y sí es correcto, soy gay pero mi sentir era que las demás personas le daban demasiado peso al hecho de que me gustaban los hombres y no se daban la oportunidad de simplemente verme como lo que soy, una persona.
Hoy mi vida es mejor porque trato de ser lo más autentico posible, pero una palabra no me define por completo. ¿Estoy orgulloso de ser gay? ¡Por supuesto! Pero mi punto es que eso solo es una parte de mí, que no debería ser tan relevante para los demás. Además de que la palabra muchas veces engloba otras ideas y prejuicios que dan pie a que la sociedad te encapsule en una burbuja y que de pronto se den estos comentarios que me han dicho en repetidas ocasiones como ¡Ay, es que no se te nota! o ¡Qué desperdicio! entre otras.
Para concluir, me gustaría mencionar que al final todos somos personas y debemos tratarnos como tal. No tener expectativas o caer en los estereotipos por ser de una u otra manera. Amo ser parte de la comunidad LGBTQ+ pero eso no significa que deba limitarme a ser de cierta forma. ¡En mi opinión hay que ser libres!
Espero que mis experiencias y reflexiones le puedan ayudar en algo a aquellas personas que sienten que no se han encontrado a sí mismas del todo. Nunca terminamos de descubrir cosas nuevas a cerca de nosotros, es un trabajo de todos los días.
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